[...] Y tú, gana amigos, que es cosa durable. Ten con ellos constancia. No vivas en flores. Deja los vanos prometimientos de los señores, los cuales desechan la substancia de sus sirvientes con huecos y vanos prometimientos. Como la sanguijuela sacan la sangre, desagradecen, injurian, olvidan servicios, niegan galardón. [...] Estos señores de este tiempo más aman a sí que a los suyos, y no yerran. Los suyos igualmente lo deben hacer. Perdida son las mercedes, las magnificiencias, los actos nobles. [...] Dígolo, hijo Pármeno, porque este tu amo, como dicen, me parece rompenecios, de todos se quiere servir sin merced. Mira bien, créeme. En su casa cobra amigos, que es el mayor precio mundano. Que con él no pienses tener amistad, como por la diferencia de los estados o condiciones pocas veces contezca. Caso es ofrecido, como sabes, en que todos medremos, y tú por el presente te remedies. Que lo ál que te he dicho, guardado está en su tiempo.
- La Celestina. 1499.