Érase una vez un joven que recién aceptaba una lección dura de aprender de una joven que le hizo ver qué tan frágil puede ser una emoción y ser destruido con el esmero de olvidarse de aquella que sabía que ya no vería nunca más. Y que ésta le declaró sus sentimientos con el fin de que el joven dijera lo enamorado en silencio que estaba de ella, la joven le mostró en metáfora que sólo destruyendo aquel sentimiento que los unía debía ser destrozado para jamás recordarse. Mas sin embargo, yo le correspondí y me hizo aceptar que aunque cualquiera puede dañarte, siempre confiaré en las personas, aceptar y comprender su cultura sin importar de dónde venga. De allí nace mi pasión por las culturas de todo el mundo, de cómo las personas desarrollan sus emociones al prójimo.

Con los años he aprendido lo silencioso que pueden ser todos los pensamientos regados en escritos, mi efusividad la he aprendido a controlar, sin embargo; siempre escribiré poesía y la relataré a quien desee escuchar.