Jovenes con Jesus

Hoy Celebramos a San Benito


Se cree que San Benito nació alrededor del año 480, hijo de un noble romano de Norcia y gemelo de su hermana, Escolástica.

En el siglo V, el joven Benedicto fue enviado a Roma para terminar su educación con una nodriza/ama de llaves. La materia que dominaba los estudios de los jóvenes en aquel entonces era la retórica, el arte de hablar de manera persuasiva. Un orador exitoso no era aquel que tenía el mejor argumento o transmitía la verdad, sino aquel que usaba el ritmo, la elocuencia y la técnica para convencer. El poder de la voz sin fundamento en el corazón era el objetivo de la educación del estudiante. Y esa filosofía se reflejaba también en la vida de los estudiantes. Lo tenían todo: educación, riqueza, juventud, y lo gastaban todo en la búsqueda del placer, no de la verdad. Benedicto observó con horror cómo el vicio desmoronaba las vidas y la ética de sus compañeros.

Temeroso por su alma, Benito huyó de Roma, renunció a su herencia y se fue a vivir a un pequeño pueblo con su nodriza. Cuando Dios lo llamó a abandonar esta vida tranquila y a una soledad aún más profunda, se fue a las montañas de Subiaco. Aunque convertirse en eremita no era su propósito al irse, allí vivió como eremita bajo la dirección de otro eremita, Romano.

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Un día, durante su estancia en una cueva sobre un lago como ermitaño, el diablo presentó a la imaginación de Benedicto una mujer hermosa y tentadora. Benedicto se resistió haciendo rodar su cuerpo sobre un arbusto de espinas hasta que quedó cubierto de raspones. Se dice que a través de estas heridas corporales, curó las heridas de su alma.

Después de años de oración, la noticia de su santidad hizo que unos monjes cercanos pidieran su dirección. Les advirtió que sería demasiado estricto con ellos, pero insistieron y luego intentaron envenenarlo cuando su advertencia resultó cierta. La historia cuenta que los monjes intentaron envenenar la bebida de Benedicto, pero cuando rezó una bendición sobre la copa, esta se rompió.

De modo que Benito volvió a estar solo, pero no por mucho tiempo. El siguiente grupo de seguidores fue más sincero y fundó doce monasterios en Subiaco, donde los monjes vivían en comunidades separadas de doce.

Abandonó estos monasterios abruptamente cuando los ataques envidiosos de otro ermitaño le hicieron imposible continuar con el liderazgo espiritual que había asumido.

Pero fue en Montecassino donde fundó el monasterio que se convirtió en la raíz del sistema monástico de la Iglesia. En lugar de fundar pequeñas comunidades separadas, reunió a sus discípulos en una sola comunidad. Su propia hermana, Santa Escolástica, se instaló cerca para vivir una vida religiosa.

Después de casi 1.500 años de tradición monástica, su rumbo nos parece obvio. Sin embargo, Benito fue un innovador. Nadie había fundado comunidades como la suya ni las había dirigido con una regla. Lo que para nosotros ahora forma parte de la historia fue un paso audaz y arriesgado hacia el futuro.

Benito tenía la santidad y la capacidad para dar ese paso. Sus creencias e instrucciones sobre la vida religiosa se recogieron en lo que hoy se conoce como la Regla de San Benito, que sigue rigiendo la vida religiosa después de 15 siglos.

Fuente: Catholic.org

1 year ago | [YT] | 774