Euge Oller

Hoy hablaremos de la importancia de las malas noticias. Porque sí, a nadie le gusta recibirlas, pero ese puede ser el peor de tus males.

Pepita Número 85: ¿Quieres una mala noticia?
No nos gusta ni recibirlas… Ni darlas. Imagina a un policía que debe informar de un accidente a la familia, o a un empleado que ha cometido un error mortal para tu empresa y debe contártelo.
Sé que esto no ha empezado muy alegre, lo siento. Pero para saber recibirlas tenemos que ponernos en la piel del que las da, que ellos no disfrutan precisamente. Por eso, para estos momentos tan duros te daré un consejo: no mates al mensajero.
En la Antigüedad los mensajeros sufrían por su vida constantemente. Las malas noticias las cargaba un hombre a caballo teniendo que mirar a la cara a un rey para decirle: oye, que no queremos la paz. Dice mi rey que quiere destruirte. Pues claro, no siempre salía de la sala.
Pero… ¿por qué? En realidad el mensajero le ha hecho un favor contándoselo, mejor eso que encontrarse al otro ejército en su puerta porque nadie le avisó.
Imaginemos un ejemplo más actual: eres el líder de una empresa. Estás en tu despacho y de repente alguien entra con cara de angustia, se pone frente a ti y te cuenta que vuestra maquinaria ha explotado y os va a costar millones de dólares. Aquí hay dos formas de actuar.
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2 years ago | [YT] | 76