La paz verdadera no nace cuando todo está bajo control, sino cuando dejamos de intentar controlarlo todo. Charles de Foucauld lo comprendió en la soledad abrasadora del desierto: la paz no se conquista con fuerza, ni con estrategias, ni con autosuficiencia. La paz llega cuando un corazón cansado deja de resistirse al Amor que lo sostiene.
Foucauld no hablaba de rendirse como quien se da por vencido, sino como quien al fin reconoce que su vida entera es un don, y que el Autor de ese don sabe guiarlo mejor que cualquier brújula interior. Para él, entregarle el control a Dios no era pasividad: era confianza. Era consentir, con ternura, que Dios sabe más que nuestros miedos y ve más lejos que nuestras previsiones.
Por eso escribió aquella oración que parece latir con el pulso mismo del Evangelio: “Padre, me pongo en tus manos, haz de mí lo que quieras… Me basta con saber que Tú estás conmigo.”
En esa frase cabe toda su teología del corazón. 🔥❤️🔥🔥 Cuando el alma se abandona a Dios, deja de pelear con sombras; deja de fabricar futuros ansiosos; deja de exigir explicaciones. Entonces, casi sin darse cuenta, la paz aparece. No como un sentimiento pasajero, sino como una certeza suave, una raíz profunda que se hunde en la fidelidad de Dios.
La paz, decía Foucauld con su vida más que con sus palabras, no es la ausencia de tormentas, sino la presencia de Dios en medio de ellas. No es un premio para los fuertes, sino un regalo para los que confían. No es un logro humano, sino el resultado de un corazón que por fin se deja amar.
Cuando dejamos el control en manos de Dios, algo misterioso sucede: el alma se vuelve ligera, el temor pierde su dominio, y la vida entera comienza a caminar al ritmo del Reino.
Este es el secreto que hizo de Foucauld un hermano universal, un testigo silencioso, un faro en medio del desierto: la verdadera paz nace cuando dejamos de sostenernos a nosotros mismos y dejamos que sea Dios quien nos sostenga.
María Francesca Kolbe
La paz verdadera no nace cuando todo está bajo control, sino cuando dejamos de intentar controlarlo todo.
Charles de Foucauld lo comprendió en la soledad abrasadora del desierto: la paz no se conquista con fuerza, ni con estrategias, ni con autosuficiencia. La paz llega cuando un corazón cansado deja de resistirse al Amor que lo sostiene.
Foucauld no hablaba de rendirse como quien se da por vencido, sino como quien al fin reconoce que su vida entera es un don, y que el Autor de ese don sabe guiarlo mejor que cualquier brújula interior. Para él, entregarle el control a Dios no era pasividad: era confianza. Era consentir, con ternura, que Dios sabe más que nuestros miedos y ve más lejos que nuestras previsiones.
Por eso escribió aquella oración que parece latir con el pulso mismo del Evangelio:
“Padre, me pongo en tus manos, haz de mí lo que quieras… Me basta con saber que Tú estás conmigo.”
En esa frase cabe toda su teología del corazón. 🔥❤️🔥🔥 Cuando el alma se abandona a Dios, deja de pelear con sombras; deja de fabricar futuros ansiosos; deja de exigir explicaciones. Entonces, casi sin darse cuenta, la paz aparece. No como un sentimiento pasajero, sino como una certeza suave, una raíz profunda que se hunde en la fidelidad de Dios.
La paz, decía Foucauld con su vida más que con sus palabras, no es la ausencia de tormentas, sino la presencia de Dios en medio de ellas.
No es un premio para los fuertes, sino un regalo para los que confían.
No es un logro humano, sino el resultado de un corazón que por fin se deja amar.
Cuando dejamos el control en manos de Dios, algo misterioso sucede: el alma se vuelve ligera, el temor pierde su dominio, y la vida entera comienza a caminar al ritmo del Reino.
Este es el secreto que hizo de Foucauld un hermano universal, un testigo silencioso, un faro en medio del desierto: la verdadera paz nace cuando dejamos de sostenernos a nosotros mismos y dejamos que sea Dios quien nos sostenga.
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2 days ago (edited) | [YT] | 111