Solo soy un chavo que tiene una obsesión grande con la música y que encuentra en cada nota una forma de entender el mundo, de respirar un poco más hondo cuando todo parece ir demasiado rápido. A veces siento que no pertenezco del todo a este tiempo, como si mi alma estuviera afinada en otra frecuencia, una donde las canciones no solo se escuchan, sino que se sienten como abrazos, como heridas, como recuerdos que no sabes si quieres soltar o guardar para siempre.

Me pasa que en medio del caos, solo necesito ponerme los audífonos y dejar que la música haga lo suyo: sanar, revolver, levantar. Cada canción es una parte de mi historia que no sé contar con palabras, pero que vibra con fuerza en los acordes de una guitarra, en los beats de un sintetizador, en la voz quebrada de algún artista que seguramente tampoco sabe del todo cómo seguir.


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