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La Palabra de Dios, es viva y eficaz (Hebreos 4:12), y es la única guía que tenemos para conocer a Dios. Jesucristo está presente en su Palabra, acerquémonos a él confiadamente, sintamos la gracia de su amor y #misericordia. Conozcamos y preparemos las #lecturasdelaSantaEucaristía para #cadadía.
Demos gracias a Dios por su infinito amor. Ayúdemos a expandir y dar a conocer la voz de Dios en las Sagradas Escrituras. Unidos en Oración para que todos seamos una familia para gloria de Dios. Este canal nunca ha estado monetizado.(No existe ningún interés económico). #Diosnosbendigaatodos.


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#Oremoshermanos con la palabra de Dios, #Sàbado
27/12/2025


En estos pocos versículos se nos narran los hechos ocurridos la mañana de Pascua, que tienen como protagonista primera a María Magdalena y después a Pedro y Juan. La noche espiritual en la que los discípulos están hundidos cederá el puesto a la experiencia de la fe, que toma el relevo junto a la tumba vacía, signo de la presencia del Resucitado (v. 2). Ante la noticia de que la piedra ha sido retirada del sepulcro y de que el cuerpo de Jesús no estaba allí, Pedro y el discípulo amado corren al sepulcro (w. 3-4). Su carrera revela su amor y veneración y hace pensar en el ansia de la Iglesia que busca signos visibles del Señor, especialmente cuando se encuentra en dificultades por su ausencia y no logra verlo. Los responsables de la Iglesia de los orígenes viven la experiencia de la búsqueda de los signos visibles del Señor. Juan llega antes que Pedro al sepulcro por su intuición de discípulo amado, pero Pedro entra primero por su función eclesial (w. 5-7). Observados el orden y la paz que reinaban en él, el discípulo amado se abre a la visión de la fe, creyendo en los signos visibles del Señor: "Vio y creyó" (v. 8). No es aún la fe perfecta en la resurrección. Para esto será necesario que el espíritu del discípulo se abra a la inteligencia de la Escritura (cf. Le 24,45), que vea al Señor en persona y que reciba de él el don del Espíritu Santo.
La figura de Juan es de fundamental importancia en la Iglesia primitiva, no sólo por su condición de discípulo amado por el Señor, sino sobre todo por habernos dado con su contemplación el Jesús más íntimo, el que se revela Hijo de Dios hecho carne, venido a desvelarnos el rostro del Padre y el camino que lleva a la comunión con él. Entre los varios títulos que la tradición antigua atribuye a Juan destaca el de teólogo, porque el objetivo de sus escritos es creer en Jesús, Mesías e Hijo de Dios (cf. Jn 20,31). El símbolo del evangelista es el águila, porque, como declara un dicho rabínico, es como el único pájaro que puede mirar el sol (que para Juan es Cristo) sin quedar deslumbrado. Y su presencia en la comunidad cristiana, que en todo tiempo debe estar a la búsqueda de los signos visibles del Señor, es la de la contemplación y la comprensión penetrante de la Palabra de vida.

Son muchos los carismas en la Iglesia, todos preciosos y necesarios, como, por ejemplo, el carisma de la institución de Pedro o el de la profecía de Juan. Sólo el respeto recíproco y la búsqueda común en el compartir sincero y atento a los dones del Espíritu, permite adentrarse en el misterio. El ejemplo de la búsqueda común y de la ayuda entre hermanos de la misma fe, de que claramente nos habla el discípulo amado, lleva necesariamente a reencontrarse juntos, reunidos en el reconocimiento de los signos del Resucitado.
Señor Jesús, que revelaste los misteriosos secretos de la Palabra al discípulo amado, Juan, da también hoy a tu Iglesia una nueva inteligencia espiritual de las Escrituras.

El Espíritu Santo, a través de las palabras del concilio, nos ha recordado que "la Iglesia ha venerado siempre las Sagradas Escrituras como el Cuerpo mismo de Cristo" y que la Palabra de Dios es "fuente pura y perenne de la vida espiritual" (DV 21). Por esto nosotros queremos iluminar cada vez más nuestra vida espiritual con tu Palabra, para aprender "la sublime ciencia de Jesucristo " (Flp 3,8). Sentimos cada vez más verdadera, sin embargo, la afirmación conciliar según la cual la Escritura "debe ser leída e interpretada con la ayuda del mismo Espíritu con que ha sido inspirada" (DV 12).

Da, Señor, a tu Iglesia pastores sabios y santos que sepan captar el sentido espiritual y profundo de tus Escrituras e introducir al pueblo entero de Dios en tu intimidad para conocer mejor tu pensamiento, las profundidades del Espíritu y como guías a tu Iglesia. Pero haznos comprender también que tantas crisis de nuestras comunidades religiosas se superan sólo con la frecuente lectura y meditación de tu Palabra "acompañadas por la oración, para que pueda brotar el coloquio entre Dios y el hombre" (DV 25), lugar donde se opera en nosotros la conversión del corazón nuevo y la apertura a la fraternidad universal.
"La Palabra se hizo carne, y nosotros hemos visto su gloria" (Jn 1,14).
#VenEspírituSanto

#TeinvitoaOrar

#EVANGELIOYLECTURAS #EUCARISTÍA SÁBADO 27 DE DICIEMBRE DE 2025 FIESTA #SANJUANAPÓSTOL Y #EVANGELISTA, EL DISCÍPULO AMADO. #TIEMPODE #NAVIDAD.

#PrimeraLectura: De la primera carta del apóstol san Juan 1Jn 1,1-4
#PalabradeDios #TealabamosSeñor


#OremosconlosSalmos
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#SalmodelDía #Salmo #Salmos
#Salmo96 1-2.5-6.11-12 R/. Alégrese, justos, con el Señor.


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#Evangelio según San Juan 20,2-9
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16 hours ago | [YT] | 12

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#Oremoshermanos con la palabra de Dios, #Viernes
26/12/2025


El evangelio de Mateo se coloca en el contexto de las persecuciones y refiere algunas enseñanzas de Jesús a sus discípulos acerca de las pruebas que la Iglesia deberá sufrir en el curso de su historia. Jesús expone esta situación con tanta claridad y tanto detalle concreto, que parece estar describiendo la Iglesia primitiva después de los años 70, que debió afrontar diversas pruebas internas y externas en su vida y fácilmente hubiera podido caer en el desaliento y haber perdido la fe en Él.

Jesús provee así a la continuidad de su obra en el tiempo y en el espacio, anticipando acontecimientos y signos que la comunidad cristiana deberá afrontar en el mundo, para ayudar a sus discípulos a superar el escándalo de la cruz, que permanece siempre como verdadero obstáculo en el camino de fe de todo creyente.

La palabra repetida por Jesús en el texto -"no os preocupéis " y "no tengáis miedo" (w. 19.26.28.31)- son el alivio del Señor al miedo de los suyos, real impedimento al alegre anuncio del evangelio que, por el contrario, debe ser proclamado con entusiasmo y muestras de alegría. Ante los reyes y en los tribunales es "el Espíritu del Padre" el que hablará por vosotros (v. 20). También el odio de parientes y amigos "a causa del nombre" de Jesús (v. 22) será recompensado porque el Padre lo ve y concederá a los suyos la salvación y la verdadera vida.

En su historia bimilenaria, la Iglesia ha encontrado siempre falsos profetas y maestros de falsedad, que se han servido del nombre de Cristo para propagar sus propias ideas y doctrinas. Y, muy a menudo, tales adversarios del evangelio han salido de las filas de los creyentes. También hoy la historia se repite porque no faltan doctores de la mentira, que hacen brillar ante muchos las tinieblas como luz, desconociendo la verdadera luz de Cristo, portadora de gozo y paz interior.

Pertenecer a la Iglesia es un don y un misterio que ningún vínculo externo puede garantizar, sino sólo la fidelidad a la Palabra de Cristo en la humilde y constante búsqueda de la verdad. Rechazar a la Iglesia es rechazar a Cristo, la verdad y la vida (cf. Jn 14,6). Rechazar a la Iglesia es no creer en el evangelio y en la Palabra de Jesús, es vivir en las tinieblas y en el absurdo. Por el contrario, el verdadero discípulo de Jesús, habiendo recibido la unción del Espíritu Santo, se deja conducir suavemente por su acción y por su verdad, reconociendo los caminos de Dios y esperando su venida sin alarmismos ni fantasías milenaristas. La encarnación de Cristo ha impregnado toda la historia y la vida de los hombres, porque sólo en él reside toda plenitud de vida y toda aspiración a la felicidad, y el hombre ha entrado a pleno derecho entre los familiares de Dios.

El final de un año civil recuerda al cristiano que la historia humana está guiada por Dios y a él dirigimos nuestro reconocimiento por los dones recibidos y nuestra súplica por la vida nueva que siempre nos ofrece.

Padre, Señor omnipotente que gobiernas con infinito amor la historia y la vida de los hombres, te damos gracias por tu Hijo Jesús que nos has enviado como Palabra de verdad a nuestro pobre mundo, hecho de fragilidad, de debilidad y de pecado. Nosotros sólo queremos acoger esta Palabra tuya hecha carne, pero queremos tenerla constantemente ante los ojos como inmutable y único punto de referencia en nuestro peregrinar terreno.

Tú has amado tanto al mundo que nos hablas a través del don de tu Hijo para que el que cree en él tenga la vida (cf. Jn 3,16). Continúa, Padre, todavía hoy, manifestándote a través de él, para que nos sintamos hijos tuyos y la vida divina que has sembrado en nuestro corazón con el bautismo se refuerce con un camino de fe que nos haga experimentar siempre tus favores y contemplar tu gloria.

Toda la vida de Jesús se ha desarrollado como vida filial en una actitud de escucha y de obediencia a ti, Padre, en una relación de amor y como expresión del amor. Ésta es la razón por la que Jesús no se ha buscado nunca a sí mismo ni su propia gloria, sino sólo escucharte a ti para revelarnos tu rostro. Por esto la vida de Jesús es para nosotros la revelación completa, la plenitud de la verdad.

También nosotros, como el apóstol Juan, queremos experimentar que la auténtica identidad de tu Hijo se comprende sólo cuando en la contemplación nos situamos fuera del tiempo y de la historia y encontramos la raíz de la existencia de Jesús en tu intimidad. Sobre esta plenitud queremos fundamentar nuestra fe.
Ninguna mentira viene de la verdad" (1 Jn 2,21).
#VenEspírituSanto

1 day ago | [YT] | 12

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#Oremoshermanos con la palabra de Dios, #Jueves
25/12/2025 Solemnidad #NatividaddelSeñor

El prólogo de Juan es una síntesis meditativa de todo el misterio de Navidad, porque el Niño de Belén es la revelación de Dios, la verdad de Dios y del hombre, y reflexionando sobre este evento nos ponemos en tesitura de comprender quién es el que ha nacido y quienes somos nosotros.

El núcleo del prólogo está en el v. 14: "Y la Palabra se hizo carne", que contiene el hecho de la encarnación y, por tanto, de Navidad: el Hijo de Dios se ha hecho hombre con la fragilidad e impotencia de toda criatura. Para comprenderlo Juan se remonta al misterio trinitario y luego vuelve a descender hasta el hombre. El inicio, pues, es la afirmación que nos sitúa fuera del tiempo en el misterio de Dios: "En el principio era la Palabra" (v. la) y nos habla de una existencia sin comienzo ni devenir.

Después en la frase: "La Palabra estaba junto al Padre " (v. Ib), el evangelista precisa la situación del Logos (= la Palabra), que existe desde siempre, en parangón con Dios: el Verbo, en su ser más profundo, está en actitud de escucha y obediencia, completamente vuelto hacia el Padre. Jesús, la Palabra encarnada, hace a Dios visible y cercano al hombre, siendo su reflejo. Así pues, toda la historia y la realidad humana tienen vida por la Palabra: "En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres" (v. 4), porque en Jesús todo encuentra consistencia, significado, fin y especialmente la salvación de todo hombre. Todas estas afirmaciones de Juan son importantes para comprender el papel de Jesús como revelador y testigo veraz de Dios. Por esto "de su plenitud todos hemos recibido gracia sobre gracia" (v. 16), es decir, de su vida filial todos podemos recibir abundantemente.
La lectura de la Palabra de Dios en el misterio adorable de la Navidad converge sobre la memoria de que el Hijo de Dios ha venido a nosotros, un Dios con nosotros y para nosotros. Dios trascendente e invisible ha dejado su lejanía e invisibilidad y ha tomado un rostro humano haciéndose visible, concreto y asequible: "Se ha hecho lo que somos, para hacernos partícipes de lo que Él es" (Cirilo de Alejandría). Esta fe nuestra se funda sobre una explicación que el evangelista Juan encuentra colocando la raíz de la existencia de Jesús en el seno del Padre (Jn 1,1-3). La reflexión bíblica, sin embargo, va más lejos y nos impulsa a contemplar quién es Jesús para nosotros: es Dios de salvación para todo hombre.

Pero la Navidad es también la memoria de la modalidad histórica en la que se ha realizado la encarnación. Ha elegido la vida del pobre y del derrotado para que nosotros pudiésemos vislumbrar el poder de Dios en su elección de la pobreza y de la kenosis (despojo). Porque Él quiere ser buscado, reconocido y acogido: como un pobre necesitado y sufriente, porque no sólo se ha hecho hombre, sino que se ha quedado entre los hombres.

Con su nacimiento, además, nos ha hecho también el don de ser hijos: "A cuantos la recibieron, les dio poder para ser hijos de Dios" (Jn 1,12). La Navidad de Jesús es también nuestra Navidad, la de nuestro renacer a una vida nueva. En Él también nosotros hemos sido "destinados a ser hijos adoptivos" del Padre celestial (Ef 1,5); cf. 1 Jn 3,1). Si Dios mismo nos dice: "!Tú eres mi hijo!", a nosotros no nos queda sino agradecerle y alegrarnos por nuestra participación en la vida divina.
Padre nuestro, en estos días hemos escuchado muchas palabras sobre la Navidad y estamos saciados de ellas pero, en realidad, no hemos comprendido a fondo el sentido de aquellas verdades. Juan Pablo II ha hecho esta reflexión: "El Niño alienta. Quién oye el vagido del Niño? Por Él, empero, habla el cielo y es el cielo el que revela la enseñanza de este nacimiento. Es el cielo el que la explica con estas palabras: "!Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres que gozan de su amor!". Es preciso que nosotros, tocados por el hecho del nacimiento de Jesús, escuchamos este grito del cielo ". Cómo acoger y escuchar el vagido de este Niño?

Ésta es la pregunta que tú, Señor, suscitas en nuestro corazón. Nuestra respuesta quiere ser pronta y generosa, sobre todo con la escucha de tu Palabra que se presenta educadora de sensibilidad cristiana para hacer la experiencia de que tú eres "Emmanuel". Queremos, además, corresponder a los dones, como el grandísimo que nos has hecho al nacer entre nosotros. Nuestro don es nada respecto al tuyo, pero continúa esta donación por solidaridad y participación plena de la vivencia humana.

Tu Navidad nos propone también la consciencia de la fraternidad universal. Cada uno de nuestros gestos navideños pretende ser no sólo privado o familiar, sino abierto a la solidaridad y a la bondad, especialmente con los más necesitados de ellas, como los pobres, los inmigrantes, los explotados, los que viven en soledad o son olvidados, porque justicia social y solidaridad van siempre juntas.
"La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros" (Jn 1,14).
#VenEspírituSanto

2 days ago | [YT] | 15

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#Oremoshermanos con la palabra de Dios, #Miércoles #Nochebuena en la Solemnidad de la #NatividaddelSeñor
24/12/2025

Sobre el fondo de los anuncios proféticos (cf. Miq 5,1-4; 1 Sm 16,1-3), Lucas en el evangelio nos habla del nacimiento histórico de Jesús. El relato es simple, pero sugestivo, lleno de matices teológicos y construido sobre el modelo del anuncio misionero, que comprende tres momentos. Primero la narración del acontecimiento: el edicto de César Augusto en tiempos de Quirino, gobernador de Siria, y el nacimiento de Jesús en Belén, en la pobreza, en un país sometido a una potencia extranjera (w. 1-7); después el anuncio hecho por los ángeles a los pastores, primeros testigos del evento de la salvación (w. 8-14); y, por último, la acogida del anuncio, con los pastores que van a la gruta, encuentran a Jesús, y sucesivamente el relato de su experiencia a otros (w. 15-20).

El punto central del relato, sin embargo, son las palabras de los ángeles a los pastores, que consideran con respeto el sentido gozoso del acontecimiento y la fe en Jesús Salvador en la figura de un niño pobre, "envuelto en pañales, acostado en un pesebre" (v. 12). Dos motivos, pues, se iluminan uno a otro en el texto: la visible pobreza en la vivencia humana de Jesús y la gloria de Dios escondida en su presencia entre los hombres. Sólo unos cuantos pastores, representantes de gente pobre y humilde, reconocen al Mesías esperado: éste es el signo divino extraordinario del inicio de una época nueva en la historia de los hombres.

Para contemplar el misterio de Navidad necesitamos, sobre todo, simplicidad para asombrarnos ante su mensaje. Capacidad de asombro y mirada de niño son los medios necesarios para gustar el anuncio lleno de alegría de esta noche santa. Y esta alegría tiene una motivación clara: el nacimiento de un niño, Salvador universal, que trae motivos de esperanza para todos, que son paz, justicia y salvación. Y qué signos cualifican a este niño? La debilidad, la pobreza, la impotencia y la humildad, cosas que el mundo ha rechazado siempre y que, por el contrario, ha hecho propias el Hijo de Dios.

Con la venida de Jesús las falsas seguridades de los hombres han zozobrado, porque Dios ha elegido no a los fuertes ni a los sabios, ni a los poderosos de este mundo, sino a los débiles, a los pequeños, a los necios, a los últimos: ha elegido "un niño acostado en un pesebre " (Le 2,7.12.16; cf. 1 Cor 1,27; Mt 11,26), pobre, marginado y desestimado. Precisamente sobre esta pobreza se despliega el esplendor del mundo del Espíritu, mientras nosotros estamos complicados en dramas de conciencia, porque nos tienta seguir principios de fuerza, de poder, de violencia. El niño de Belén nos dice que el milagro de la paz de la Navidad es posible para aquellos que acogen sus dones.

A esta luz el acontecimiento de esta noche no es sólo una fecha para conmemorar, sino evento capaz, también hoy, de contagio y de transformación. Cuatro son las noches históricas de la humanidad, según una antigua tradición rabínica: la noche de la creación (Gn 1,3), la de Abraham (Gn 15,1-6), la del Éxodo (Ex 12,1-13) y la de Belén, es decir, esta noche, que es la más importante, porque el Hijo de Dios ha traído su paz, distinta de la pax augusta, y es el fundamento de la "civilización del amor" (Pablo VI). Somos capaces de vivir el misterio?

Te damos gracias, Señor del universo y de los hombres, porque en Jesús niño, que vino a la tierra portador de tus dones -la paz, la alegría, la justicia y la salvación-, se ha manifestado tu amor a todos. Queremos comprender, si bien con la pequeñez de nuestra mente, algo del misterio del Verbo encarnado, porque con ello se iluminará nuestro misterio humano.

Para los judíos era absurdo pensar que la Palabra definitiva de Dios apareciese en la debilidad del hombre Jesús. Para los paganos era escándalo aceptar la plena humanidad del Hijo de Dios, lugar indigno de la divinidad.

Nosotros, por el contrario, creemos que la Palabra, en un momento histórico muy preciso, "se hizo carne" en la fragilidad e impotencia como toda criatura, naciendo de una mujer, María (cf. 1 Jn 4,2-3), y creemos que en Cristo Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, reside la revelación definitiva del Padre y el anuncio de la fe que nos salva.

El hombre del tercer milenio tiene necesidad de Jesús, revelador de tu amor de Padre, para escapar de su individualismo y de su superficialidad, que lo privan de los verdaderos valores en que se puede encontrar la esperanza de vivir. Señor, el nacimiento de tu Hijo nos revela que también nosotros en Jesús hemos sido hechos hijos tuyos y te podemos conocer.

Haz que toda nuestra vida, sobre el modelo de la de Cristo, se vuelva en actitud de docilidad filial hacia ti y, para ello, en la noche de Navidad nos ponemos de rodillas, en adoración ante el rostro humano del Jesús-Niño, tu Hijo unigénito, en el que resplandece e irradia tu rostro invisible de Padre, para ver nuestro rostro divino.
Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado" (Is 9,5).
#VenEspírituSanto

2 days ago | [YT] | 9

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#Oremoshermanos con la palabra de Dios, 4º#Miércoles de #Adviento
24/12/2025

El cántico de Zacarías es un tejido de reminiscencias bíblicas que exalta el cumplimiento de las promesas de salvación hechas por Dios en las antiguas profecías.

Zacarías, sacerdote de la antigua ley, pero lleno del Espíritu Santo, en el presente cántico de bendición por la visita del Señor a su pueblo, inaugura la nueva alianza, cuyo precursor será su hijo Juan, en el que la larga espera de siglos llega a su cumplimiento.

El texto bíblico se divide en dos partes: la primera resume la historia de salvación, resaltando la misericordia de Dios con los padres y su inquebrantable fidelidad a la alianza, que se realizará en la figura del Mesías (w. 68-75); la segunda mira al Bautista, "profeta del Altísimo" (v. 76), destinado a preparar los caminos del Señor con la predicación de la redención y salvación universal, efectiva en la persona de Jesús, por el perdón de los pecados, fruto de su inmensa bondad.

El cántico ensalza a Cristo, el sol de la resurrección, engendrado antes de la aurora, que con sus rayos ilumina a los que viven en tinieblas y en espera, vivifica a los que carecen de vida y la imploran. Él es la paz, plenitud de los dones mesiánicos, destinada a los que alaban y dan gloria a Dios. Él, el Verbo del Padre, es luz y vida de los hombres, en el cual ven a Dios y al cual obedecen.

Estamos en la vigilia de la Navidad del Señor, y la Palabra de Dios que resuena en la Iglesia es una actualización de las profecías mesiánicas, invitación a dar gracias y a la alabanza por la inminente venida del Salvador, que ha derramado sus bendiciones sobre el pueblo, manteniendo la fe en sus promesas con el don de la reconciliación y de la salvación universal.

Cómo vivimos personalmente esta vigilia y qué compromiso de vida nos exige? La venida histórica del Mesías nos confirma que Dios ha elegido su "casa" entre nosotros, en el cuerpo de Jesús, su Hijo (cf. Jn 1,14). Él mora con su pueblo, no de modo pasajero, sino de modo estable (cf. Ap 7,15; 12,2; 13,6; 21,3). Si en el Antiguo Testamento el lugar ideal de la presencia de Dios era el templo o la tienda (cf. Ex 25,8; 40,35; Ez 37,27; Jn 4,17), ahora su presencia está en la misma vida del hombre y en la carne visible de Jesús, que tocó y contempló en la fe la primera comunidad de los discípulos (cf. 1 Jn 1,1-4).

Cristo es la revelación y la luz del Padre, pero de modo oculto y humilde; algo interior que sólo los hombres de fe, como los profetas, los santos y María pueden comprender. Su gloria se manifestará en toda su potencia después, cuando desde la cruz a atraiga todos a sí (cf. Jn 12,32). Puede parecer una paradoja que la cruz sea glorificación, pero todo se hace luminoso si pensamos que "Dios es amor" (1 Jn 4,10) y se manifiesta donde aparece el amor.

Es también para nosotros Jesús el centro de la historia, nuestra morada y la plenitud de todas nuestras aspiraciones humanas?

Señor Jesús, Verbo del Padre y luz de los hombres, te adoramos en esta vigilia de Navidad y esperamos gozosos tu venida, que una vez más lleva a cumplimiento las promesas de Dios. Iluminados por tu luz, creemos que eres Aquel que ama al hombre y que la única finalidad de tu vida es la salvación de todo hombre. La fe nos introduce en este misterio de vida, la experiencia nos lo enseña y tu Palabra de verdad nos guía en este camino de luz.

Verbo eterno del Padre, queremos ser tus primeros adoradores, adictos a la bondad y al bien, testigos de tu misericordia. Tú que no te ocultas a nadie, sino que a todos concedes tu divina luz, seas por siempre nuestra verdadera luz que alumbre a toda la humanidad. Apresuramos nuestro camino hacia la salvación, hacia el nuevo nacimiento, porque deseamos, a pesar de ser multiplicidad, reunimos en un solo amor siguiendo el modelo de unidad del misterio trinitario en el que nos sumerges y renovar de este modo la alianza contigo.

Como la virgen María, lugar de la encarnación, concédenos saber interiorizar tu Palabra para descubrir cada vez más la hondura de este misterio dentro de nosotros mismos, misterio en el que "vivimos, nos movemos y existimos" (Hch 17,28), y llegar a ser contemplativos como María para no confundir esta Palabra con nuestro mismo ser, sino identificarnos con la que lleva al Verbo en sus entrañas y lo engendra como hijo suyo.

"Bendito sea el Señor que ha visitado y redimido a su pueblo" (Lc 1,68).
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3 days ago (edited) | [YT] | 12

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#Oremoshermanos con la palabra de Dios, #Martes
23/12/2025


El evangelio de Lucas, realizando la profecía de Malaquías en la figura del Bautista, nos describe dos episodios de su nacimiento: la participación de los parientes y vecinos que se alegran con Isabel por su parto (w. 57-58) y la circuncisión del nińo al octavo día con la imposición del nombre (w. 59-66).

El evangelista, subrayando algunos elementos, advierte en el acontecimiento del nacimiento y de la imposición del nombre la intervención prodigiosa y misericordiosa del Seńor actuando en la vida del pequeńo de modo extraordinario: la alegría de todos por el acontecimiento inesperado (v. 58); el significado del nombre "Juan" (w. 60-63), que quiere decir: "Dios favorece y actúa con misericordia", nombre rico en promesas futuras; el asombro de los presentes mezclado con un temor respetuoso, y la divulgación de la noticia por toda Judea (v. 65); Zacarías que recobra el habla y bendice y alaba a Dios, como signo de que todo lo dicho por el Seńor se ha cumplido (v. 64); finalmente, la reacción de aquellos que iban conociendo el nacimiento del nińo, que se preguntaban: "Qué va a ser este nińo?", y el mismo evangelista en una nota redaccional concluye diciendo: "El Seńor estaba con él" (v. 66).

La narración del nacimiento del Bautista anuncia ya maduros los tiempos nuevos de la venida del Mesías. Lo importante es acogerlo como hizo el Bautista y saber reconocer en la historia la novedad radical de la relación entre Dios y el hombre.

En todas las épocas de la historia humana el Seńor envía siempre mensajeros como Elías y el Bautista, para recordar que es él quien tiene en sus manos las riendas de los avatares humanos y, a pesar de que el hombre rechace sus llamadas y huya de sus caminos, él siempre reanuda los vínculos con gestos de amor. Tampoco hoy faltan entre nosotros signos concretos y modos elocuentes de su Palabra, personas como la Madre Teresa y acontecimientos extraordinarios como un concilio ecuménico o un sínodo eclesial; personas y acontecimientos que, siendo instrumentos del Espíritu, elevan las propias "antenas" para captar la onda del mundo nuevo que se perfila en el horizonte. Lo nuevo ya está y está vivo, hay que saberlo ver y respetar sin ceder a nostalgias del pasado o a sueńos de futuro, que son auténticas evasiones de la realidad.

Dios nos va educando con largos períodos de ascesis y silencio para que aprendamos a descubrirlo en la historia y en lo íntimo del corazón, donde mora el Espíritu de Cristo que nos guía e ilumina en nuestro camino de fe. Todo esto lleva consigo el romper nuestras seguridades para que nos fiemos de un Dios-Amor, como Jesús nos enseńó (cf. 1 Jn 4,16). Aceptar a Dios-Amor significa entrar en los caminos de Dios, fiarnos de su paternidad divina, que nos hace libres y nos restituye la dignidad de auténticos hijos; significa dejarse conducir por su Espíritu sin poner obstáculos a la acción interior y gratuita de Dios.

Padre santo, que guías la historia y que por medio de tu Hijo Jesús la conduces por los caminos de amor, haz que la Iglesia en su peregrinación terrena hacia el Seńor viva plenamente la tensión de la salvación entre el ya cumplido en Jesús y el todavía no actualizado en nosotros y manifestado en Cristo glorioso.

En los albores de la Iglesia los cristianos decían: "La salvación está más cerca que cuando comenzamos a creer" (Rom 13,11). Con frecuencia hoy vivimos sin pensar en tu venida, distraídos por mil luces fatuas que nos deslumbran, ignorando el grito que la Iglesia dirige a su esposo al final del Apocalipsis: "Ven, Seńor Jesús" (Ap 22,17.20). Concédenos, Padre bueno, no olvidar que estás entre nosotros, aunque oculto en tantos rostros de hermanos, y guías nuestros pasos por la presencia de tus mensajeros de luz y de paz, que nos interpelan y sacuden nuestra superficialidad espiritual con su fe coherente y su fecundo testimonio de vida.

Queremos estar vigilantes en nuestro caminar para reconocer tus mensajeros que nos invitan a tu amistad. Pero, ante todo, te pedimos que nos hagas capaces de mantener purificado el corazón, libre y sensible a la acción del Espíritu, para que actuemos como deseas, te encontremos en esta Navidad y podamos estar preparados en el día de tu última visita para confesar en alabanza que has sido padre y amigo.
"Hablaba bendiciendo a Dios" (Le 1,64).
#VenEspírituSanto

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#Oremoshermanos con la palabra de Dios, #Lunes
22/12/2025

El Magníficat, canto de los pobres, es una de las más bellas oraciones del Nuevo Testamento, con múltiples reminiscencias veterotestamentarias (cf. 1 Sm 2,1- 18; Sal 110,9; 102,17; 88,11; 106,9; Is 41,8-9). Es significativo que el texto se ponga en labios de María, la criatura más digna de alabar a Dios, culmen de la esperanza del pueblo elegido. El cántico celebra en síntesis toda la historia de la salvación que, desde los orígenes de Abrahán hasta el cumplimiento en María, imagen de la Iglesia de todos los tiempos, siempre es guiada por Dios con su amor misericordioso, manifestado especialmente con los pobres y pequeńos.

El cántico se divide en tres partes: María glorifica a Dios por las maravillas que ha hecho en su vida humilde, convirtiéndola en colaboradora de la salvación cumplida en Cristo su Hijo (w. 46-49); exalta, además, la misericordia de Dios por sus criterios extraordinarios e impensables con que desbarata situaciones humanas, manifestada con seis verbos ("Desplegó, dispersó, derribó, ensalzó, colmó, auxilió..."), que reflejan el actuar poderoso y paternal de Dios con los últimos y menesterosos (w. 50-53); finalmente recuerda el cumplimiento amoroso y fiel de las promesas de Dios hechas a los Padres y mantenidas en la historia de Israel (w. 54-55). Dios siempre hace grandes cosas en la historia de los hombres, pero sólo se sirve de los que se hacen pequeńos y procuran servirle con fidelidad en el ocultamiento y en el silencio de adoración en su corazón.

La unión existente entre la lectura de Samuel y la del Magníficat de María es significativa: las dos madres, Ana y María, viven el gozo y la alabanza agradecida por el don de la vida que está en ellas, signo de la bondad de Dios y se confían con un corazón sencillo en el Seńor, porque "es misericordioso siempre con aquellos que le honran" (v. 50). Somos nosotros conscientes de que la pobreza y la sencillez de corazón son las condiciones esenciales para agradar a Dios y ser colmados de su riqueza? Los frutos de las obras de Dios se desarrollan no en la agitación ni con violencia, sino lentamente y en silencio. Dios actúa siempre en el secreto y no con ostentación, sin que por ello el resultado deje de ser eficaz y extraordinario.

No se puede obligar a una planta a que florezca por la fuerza; precisa germinar lentamente e ir creciendo hasta su punto de madurez y esplendor. Tampoco se pueden forzar los tiempos del Espíritu. Dios sabe ir llevando a la madurez el proyecto de cada uno, de acuerdo con los tiempos y momentos que sólo él conoce. Como María, se nos invita, próxima ya la Navidad, a compartir esta ternura del Señor confiando nuestros proyectos y nuestra misma vida a aquel que nos ha amado primero y sólo desea nuestro bien, dirigiéndole nuestra alabanza porque "ha escogido lo que el mundo considera necio para confundir a los sabios; ha elegido lo que el mundo considera débil para confundir a los fuertes... de este modo, nadie puede presumir delante de Dios" (1 Cor 1,27-29).

Señor misericordioso y fiel, tú has puesto en labios de las dos madres, Ana y María, la oración de alabanza y agradecimiento, haciendo germinar en su corazón la alegría, fruto de tu visita amorosa y paternal: concédenos también a nosotros, deseosos de recorrer el mismo camino, descubrir en la oración la actitud de alabanza agradecida, por los múltiples beneficios que nos concedes sin mérito alguno de nuestra parte, y el agradecimiento gozoso por las maravillas que continuamente permites pregustar en tu Iglesia y en el contacto con nuestros hermanos en la fe.

Eres Padre de todos y no quieres que ninguno viva sumido en la tristeza sin experimentar tu amor: haz que, sobre todo los pobres de cuerpo y espíritu, los últimos y los pecadores, experimenten tu presencia misericordiosa y sepan confiar en ti en los momentos difíciles de su vida sin descorazonarse o alejarse de ti.

Te pedimos además que cada uno de nosotros pueda escribir en su vida su propio Magníficat siguiendo el modelo del de María, para poder descubrir en la oración que las riquezas que nos confías superan en mucho nuestra pobreza y que los dones que pones en nuestras manos y en las de nuestros hermanos son un signo de que siempre cuidas de nosotros con amor de Padre.
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador" (Le 1,47).
#VenEspírituSanto

5 days ago | [YT] | 15

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#Oremoshermanos con la palabra de Dios, #Domingo
21/12/2025

El fragmento evangélico es continuación directa de la célebre página de la genealogía de Jesús (Mt 1,1-17). A través de la serie de nombres de los antepasados, el evangelio ya nos ha dicho que Jesús se ha insertado plenamente en la historia humana, pero la genealogía también nos deja intuir que hay un misterio especial en este niño: de hecho, no es engendrado por una sucesión directa de padre a hijo, sino que nace "de María". Quedan, pues, dos cosas por explicar, a las que da respuesta la perícopa de hoy: Cuál es propiamente el origen de Jesús? y cómo se puede llamar "hijo de David" si físicamente no fue engendrado por un descendiente de David?

Los acontecimientos narrados nos revelan el misterio de Jesús: nace de una mujer, María, como verdadero hombre insertado en la historia humana, pero su nacimiento es "obra del Espíritu Santo", aplicándole literalmente la profecía de Isaías, que llamaba a aquel niño

"Dios con nosotros" (1,23). Además se le considera plenamente de la descendencia de David, porque José, hijo de David, lo toma como hijo propio: la función esencial del padre, lo que realmente le hace padre, más allá de la generación física, es la de dar nombre al hijo y es lo que precisamente hace José. Dándole el nombre, le confiere su identidad social y por esta razón Jesús es reconocido como verdadero hijo de David, como conviene al Mesías.

Sin embargo, al misterio de Dios se accede sólo por la fe: y en esto sobresale José, definido por su fe, con el apelativo bíblico de "justo" (v. 19).
Las lecturas ofrecen hoy a nuestra consideración a dos personajes cuya reacción ante la promesa de Dios es diametralmente opuesta: el rey Acaz, imagen del incrédulo, y José, figura del creyente. La fe de José esboza algunos rasgos de nuestra fe. De hecho él, portador del nombre de uno de los padres de Israel, revive la fe de los patriarcas. Como Abrahán, padre en la fe, José está dispuesto a seguir el camino confiado del proyecto de Dios.

Es el hombre "justo", es decir, el que cree las promesas de Dios incluso cuando éstas resultan extrañas e improbables y, de cualquier modo, incómodas: su vida se ve convulsionada por el nacimiento de aquel cuyo nombre significa salvación. Ser salvados no significa, por lo tanto, caminar por un sendero llano; exige de cada uno de nosotros la disponibilidad a dejarse modificar en pensamientos, proyectos, opciones. El justo en la Biblia es aquel que permanece firmemente anclado en Dios, a pesar de los pesares, aunque tenga que quedarse solo.

Además José es el hombre obediente, dispuesto a renunciar a María y luego a acogerla en casa si ésta es la voluntad de Dios. A María, su prometida, en cierto sentido se la "quitan" para volvérsela a "dar" de modo más sublime, y él la recibe como don de Dios. La encuentra distinta de como pensaba y la acoge bajo una luz nueva porque Dios se la da, y la quiere con amor delicado, respetuoso, silencioso y desinteresado. Lo dicho vale análogamente para la relación con Jesús: José es desapropiado del hijo -porque aquel niño no es hijo de sus entrañas-, pero a la vez no es un padre "disminuido", desde el momento en que será él quien impondrá el nombre a Jesús. El justo José experimenta así lo que es el sentido de cualquier hijo, una realidad que no pertenece a sus progenitores y que, precisamente por eso, se acoge con gozo como promesa abierta a la esperanza.

La fe aparece, pues, como la condición en la que descubrimos con nueva luz el sentido de las cosas y de las relaciones más preciosas que vivimos.
Pide un signo": en nuestro camino, Señor, has diseminado múltiples signos de tu presencia, pero nosotros no podemos darnos cuenta de su poder sino en el momento en que de veras nos comprometemos contigo. Danos la gracia de abrirnos a ti y de acogerlos.

Tu Palabra con frecuencia se reduce para nosotros a una serie de pobres signos, trazados sobre el papel, hasta que nos decidimos a hacerla nuestra, a meditarla y a asumirla como alimento de nuestro espíritu. La Eucaristía nos parece un simple trozo de pan si no nos acercamos con fe y no lo acogemos como alimento de vida que engendra en nosotros el amor. Nuestros hermanos con frecuencia no tienen nada de excepcional, hasta que no los miramos bajo el prisma de tu amor que hace de todos nosotros tu cuerpo, una Iglesia en la que aprendemos a conocerte y a amarte.

No permitas, Señor, que pasen desapercibidos estos signos preciosos de tu presencia. Eres tú mismo quien nos los da, no dejes que los rechacemos, como Acaz, por temor a comprometernos en la vida de fe. Al contrario, refuerza y guarda en nosotros la fe obediente del justo José.
"La virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrá por nombre Emmanuel (que significa Dios con nosotros)" (Mt 1,23).
#VenEspírituSanto

6 days ago | [YT] | 12

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#Oremoshermanos con la palabra de Dios, #Sábado
20/12/2025

La narración de la anunciación del ángel Gabriel a la virgen María constituye la aurora del mayor acontecimiento que la historia humana haya visto jamás: la encarnación del Hijo de Dios. El texto bíblico es rico en reminiscencias veterotestamentarias y de gran valor doctrinal: se trata nada menos que del cumplimiento de las promesas hechas por Dios a los patriarcas y renovadas a David (cf. 2 Sm 7,14.16; 1 Cr 17,12-14; Is 7,10-14), y contiene una profunda teología del misterio de Cristo.

De hecho Jesús aparece como rey e hijo de David ("El Señor Dios le dará el trono de David su padre y reinará sobre la casa de Jacob para siempre": w. 32-33) y a la vez como santo e hijo de Dios ("Será grande, se llamará Hijo del Altísimo": v. 32). Las palabras del ángel a María, además de ser un anuncio de gozo por la venida del Mesías a la tierra, constituyen el testimonio de la amorosa predilección de Dios con la humilde joven de Nazaret que, como esclava del Señor, ha merecido ser Madre de Dios por su fe incondicional.

La confirmación de la intervención celeste, por obra del Espíritu Santo, en su condición virginal, abre el corazón de María a la voluntad de Dios y a adherirse plenamente al proyecto universal de salvación con las sencillas palabras que han cambiado la historia humana: "Aquí está la esclava del Seńor, hágase en mí según tu palabra" (v. 38). El sí de María franquea el camino de nuestra salvación y es una invitación a leer en los acontecimientos de nuestra vida la presencia del que es nuestro Salvador.

Oh Padre misericordioso y amante con las situaciones humanas, tú que has enviado al mundo a tu Hijo, hecho hombre por medio de la Virgen, como signo de tu ternura paternal, haz que también en nuestros días experimentemos la venida del Salvador, para que, una vez más, cambie nuestras vidas y le reconozcamos presente en todos nuestros acontecimientos cotidianos. Siguiendo el modelo de María, madre de Jesús y madre nuestra, que se ha adherido generosamente a tu voluntad con su "aquí estoy" y ha abierto nuevamente a la humanidad el camino de una vida de comunión contigo, queremos que aumentes en nosotros el deseo de buscarte cada día por la escucha de la Palabra y la oración silenciosa, para que nuestra vida se vaya conformando a tu Palabra y dé frutos de gozo, paz, bondad, para cuantos nos rodean.

Haz que la comunidad cristiana, tentada con tanta frecuencia de racionalismo, de vida materialista y cómoda, comprenda cada vez más que evangelizar al hombre de hoy es ante todo estar en la presencia de Dios y dar espacio, siguiendo el ejemplo de María de Nazaret, a la importancia de la Palabra de Dios y a la vida contemplativa, para que surjan guías espirituales y testimonios de la verdadera libertad del evangelio. Todo esto es importante para comprender mejor que la Iglesia no es sólo una organización social, sino el signo auténtico de la encarnación de tu Hijo con los hombres.
Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra" (Le 1,38).
#VenEspírituSanto

1 week ago | [YT] | 13

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#Oremoshermanos con la palabra de Dios, #Viernes
19/12/2025

El anuncio del nacimiento de Juan Bautista que nos ofrece el evangelista Lucas es rico en detalles significativos a nivel teológico y aparecen múltiples contactos con escenas similares del Antiguo Testamento, donde se narra el nacimiento de personajes que ocupan un puesto importante en el designio del Seńor: aparición del ángel del Seńor, turbación y temor de la persona visitada; comunicación del mensaje celeste y signo de reconocimiento (cf. Jue 13,2-7.24-25; 1 Sm 1,4-23).

La presente narración de la visión de Zacarías, con el anuncio prodigioso del nacimiento del hijo, está construido en contraste simétrico con el anuncio del nacimiento de Jesús que el ángel Gabriel hará a María. Aquí tenemos la aparición en el marco grandioso del templo de Jerusalén, en el de Jesús en la sencilla casa de Nazaret; en nuestro texto aparece la incredulidad de Zacarías, allí la fe de María; aquí el nacimiento del Precursor de una mujer casada pero estéril, allí el nacimiento del Mesías de una Virgen; aquí el Bautista "se llenará de Espíritu Santo ya en el vientre de su madre" (v. 15) y "muchos se alegrarán de su nacimiento" (v. 14), allí Jesús será concebido por obra del Espíritu (cf. Le 1,35) y no todos se alegrarán de su nacimiento (cf. Mt 2,13); aquí Zacarías como signo quedará mudo, allí María, por el contrario, escuchará el anuncio gozoso de la maternidad de la boca de su pariente Isabel. Al llegar la plenitud de los tiempos de la salvación sólo queda espacio para la fe sencilla y la acogida de la Palabra de Dios.

El anuncio del nacimiento de personajes excepcionales de la historia bíblica nos ayuda a reflexionar en la continua y extraordinaria acción que Dios realiza con los hombres, y en los múltiples dones que concede a cuantos acogen su Palabra con corazón humilde y confiado.

En las narraciones de anunciaciones, Dios está presente en la vida de Sansón, como en la del Bautista, concediendo dones especiales en orden a una participación total del hombre en su proyecto de salvación, aunque exige una respuesta generosa y concreta. También nuestra humilde historia, desde el día del nacimiento, está marcada por la mano providente y paternal de Dios, que busca por todos los medios la comunión con nosotros.

Con frecuencia nuestros acontecimientos cotidianos de salvación se esfuman y no sabemos adherirnos a la oferta divina por falta de escucha y de fe, lo mismo que no logramos leer su presencia en el misterio de la encarnación, que se manifiesta en situaciones con frecuencia humildes o con fallos.

Lo que vale es percibir y adherirnos siempre a su invitación amorosa y venerar dócilmente su voluntad, aun cuando escape a nuestro control. Sólo la escucha silenciosa y la actitud de adoración de la Palabra de Dios es el camino para comprender el proyecto divino con nosotros.

El silencio interior, tan necesario en nuestra vida, nos distancia de nosotros mismos para llevarnos al mundo del Espíritu, donde se da el verdadero discernimiento y la gozosa comunión de vida. Sólo entonces se conoce a Dios con la experiencia del corazón.
Señor de la vida y de la historia grande y humilde, que haces maravillas ante nuestros ojos, enviándonos mensajeros de alegres noticias y que te alzas como signo de esperanza y luz para la salvación de todos, ven pronto a nosotros, una vez más, para manifestarnos tu rostro y hacernos comprender que toda vida es un proyecto de amor. Nosotros no tenemos ángeles que nos revelen claramente lo que quieres de nosotros y cuál sea nuestro puesto en los misteriosos caminos de tu providencia.

Tú has vivificado a mujeres estériles, como las madres de Sansón y del Bautista, has hecho prodigios por tu Espíritu en los que han creído en ti; te suplicamos: regenera nuestro corazón, cansado y desconfiado, para que se adhiera a tu voluntad, haz que nazca en nosotros un renovado deseo de amor hacia cualquier persona que encontremos en el camino.

Haznos experimentar lo que haces hoy como en el pasado, para que también nosotros podamos contar tus maravillas y tus intervenciones transformando nuestras debilidades y pobreza con tu poder. Pero, sobre todo, haznos gustar el saber que estás en nosotros y con nosotros y que nos trasciendes en tu misterio, porque tu camino se dirige al corazón, cuando escuchamos tu Palabra de vida en el silencio y la acogemos humildemente, como hizo la virgen de Nazaret, la mujer del silencio y la interioridad.
"No temas, tu ruego ha sido escuchado" (Le 1,13).
#VenEspírituSanto

1 week ago | [YT] | 12